Dejamos atrás Estambul y navegamos por las costas de los países
que baña el Mar Negro.
Observamos los brillos dorados de las cúpulas, las pinturas que decoran
los muebles, los platos y cajas de madera y el horno de la cocina de
las casas de Ucrania, a los niños cosacos danzar y saltar
con las camisas bordadas y las botas Katiuskas, que nos encantan,
y a las Matrioskas: muñecas rusas de madera con forma de cajas,
que se meten unas en otras.
Jugamos con las Matrioskas.
Pintamos con ceras blandas a las dos abuelas.
Después a las hijas o a las nietas, las recortamos y las juntamos.
¡Que graciosas, parece que las mayores cuidan de las pequeñas!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario