Estambul guarda siglos de historia. Bizancio, Constantinopla y Estambul,
los cambios de nombre nos lo evidencian.
Recoge y combina tres culturas: griega, musulmana y bizantina.
El perfil de su cielo combina de maravilla las cúpulas con los minaretes,
de magníficos monumentos como la Basílica de Santa Sofía o la Mezquita Azul.
Pero en el subsuelo pervive una extraordinaria construccion para abastecerse de agua limpia procedente de lejanos bosques, la Cisterna de Yerebatan.
Estambul te envuelve en el Gran Bazar: los olores y sabores de las especias,
un poco picantes, de los Kebabs, de las hojas de parra rellenas, los dulces,
los pinchos o el té moruno. Los brillos de las telas de seda y las joyas de oro.
Un grupo de danzarines, llamados Mevleví, que giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, hacia la verdad y el amor, acompañados con tamboriles, flautas y violines turcos, sorprenden a los turistas.
Utilizan los amuletos del Ojo de Tigre que les protege de las miradas celosas de algunas personas y se pintan las manos con henna para sentirse bién.
Después de visitar los baños turcos, creo que sí pueden quedarse satisfechos.
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