La bailarina española baila sobre un pié
con un brazo cerca de la cabeza blanca y negra
como el día y la noche.
Más que danzar, gira y gira sobre una línea.
Joan Miró pinta este cuadro en su buhardilla de París,
donde vive con Pau Gargallo un escultor que vacía sus esculturas.
Los amigos artistas comparten el frío y el hambre, a veces, comen
higos secos que Joan trae de Montroig el pueblo de los abuelos .
Algunas noches visitan El Molino Rojo,
una sala de fiestas donde las bailarinas lucen unas faldas rojas.
Picamos la falda, la forma de corazón.
Damos la vuelta y pegamos el papel charol rojo.
¡Queda brillante!
Pintamos las huellas de los piés dando vueltas
y vueltas con las yemas de los dedos.
Repasamos el cuerpo, el brazo y la pierna con témpera negra.
¡Con un poco de ayuda, claro!
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