Salimos al patio. Alisamos en la tierra un rectángulo,
que será el fondo del cuadro.
Repartimos arena de colores.
Echamos rojo en un trazo de montañas.
Amarillo para el Sol y azul una nube.
Verde, la copa de un árbol. El tronco, de arena fina.
El cuadro de arena pronto se estropea.
Como al niño saharahui,
que el siroco le borró su nombre que trazó en la arena.
jueves, 21 de junio de 2012
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