Nos recibe un paleontólogo Raúl
y con él recorremos la Senda de la Evolución:
Del Homo Australopitecus conservamos el andar sobre los dos piés
y la pinza de los dedos de la mano para ser más hábiles.
Del Homo Antecesor, golpeamos las piedras para sacar lascas,
que cortan el pelo, la piel y la carne.
De los Homo Nendertales controlamos el fuego, hicimos puntas de piedra tallada para las lanzas, fuertes, como ellos
y levantamos tiendas
con colmillos de mamut y pieles de ciervo.
Del Homo Sapiens Cromañón, nuestros abuelos, perfeccionamos las armas,
lanzándo las azagayas con el propulsor para cazar desde lejos,
más protegidos de los animales,
aprendimos a ser artistas pintando en las paredes de las cuevas, animales,
dejando las huellas de sus manos.
y tallando estatuillas de hueso y de marfil: venus, muñecos,
teléfonos, avisadores que suenan al girarlos.
También entramos en la cabaña Neolítica.
Donde tocamos un hacha de piedra pulimentada
y un puñal muy fino de sílex.
Raúl crea fuego con chispas de pirita,
que mete en un ovillo de yesca y sopla hasta que se prende
y lo arroja a la hoguera.
En el Taller de la Prehistoria,
buscamos ocres, negro, rojizo y amarillo crema.
Dibujamos a la prehistórica Culula, Encarna,
que nos acompañó y disfrutó tanto como nosotros.
Estampamos las manos y estarcimos otras con ocre disuelto en agua,
soplando dentro de un hueso como Croniñón.
Dibujamos con palitos
y a la luz de las vela, obras prehistóricas.
Nos despedimos de mamut.
Nos comimos dos galletas esperando al autocar.
¡Qué viaje más divino!
jueves, 4 de diciembre de 2014
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