Una abuela amasa un hombrecito de mazapán
y lo mete en el horno.
¡Que sorpresa se lleva cuando ve que el hombrecito
sale corriendo de la cocina hacia el campo!
Por el camino, se encuentra a una vaca y a un caballo,
que le dicen:
-¡Espera hombrecito! ¡Me gustaría tanto comerte!
Y el hombrecito les responde:
- Corre, corre sin parar,
que aunque soy de mazapán,
no me podrás alcanzar!
Llega a un río, que no sabe cómo cruzar.
Se queda pensando:
-(No me puedo mojar. Soy de mazapán y me deshago).
Entonces delante de él aparece una raposa:
¡Qué rico bocado para mí!, que le dice:
-Si el río quieres cruzar yo te puedo ayudar.
Súbete a mi lomo y te llevaré al otro lado.
El hombrecito aceptó.
Cuando están casi en la otra orilla, la raposa le pide:
- Si no te quieres ahogar,
a mi hocico tienes que llegar.
En cuanto el hombrecito se acercó al hocico,
la raposa abrió la boca y ¡zas! se lo comió.
Y colorín, colorado
el hombrecito de mazapán fué merendado.
Pintamos a la zorra con ceras blandas y acuarela.
Hacemos un muñeco con bola y churros de plastilina
y lo pegamos dentro de la barriga.
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