En lo más profundo del bosque, en una zona de setas de lunares,
vivían unos enanos alegres y simpáticos, menos uno, Eulalio,
que siempre se le veía sólo, sentado en su seta, con gesto enfadado.
Cuando se acercaban y le saludaban,
Eulalio se llevaba la mano a la oreja y decía:
-¿EEEEEEEEE?
Un día los enanos preocupados por él, pues observaban que no oía bién,
solicitaron ayuda al Hada Acaramelada. Le preparó una pócima mágica
y le dijo:
-¡BEBE LENTAMENTE !
¡Chis charavís chis chas!
Eulalio comenzó a sonreir, a hablar,
a cantar, a saltar.
Los pajarillos revolotearon de alegría.
"Yo doy unos saltos enormes
porque me siento felíz.
El Hada Acaramelada
ha hecho que pueda oír"
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