martes, 14 de abril de 2009

Julio Cortázar amigo de Gabriel García Marquez



Alguien me dijo en París que él (Julio Cortázar) escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo y tan abiertos como los de los peces, que le hacían parecer sobrenatural.
Se sentó en una mesa del rincón y se puso a escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a anochecer en la calle. Guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo, como el escolar más alto y más flaco del mundo.

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