jueves, 23 de septiembre de 2010
Sorolla: Los niños y el mar
Verano
Los niños y el mar puede ser el título de un capítulo de la obra artística del gran pintor Joaquín Sorolla.
El baño del caballo
Pocos como él lograron captar la luz "a plein air", al aire libre,
y plasmarla en sus lienzos.
El talento de este creador valenciano fué reconocido pronto.
Recibió ayudas de Bellas Artes, pudo estudiar las
corrientes artísticas y zambullirse en el Impresionismo.
Siempre sintió gran pasión por Velázquez,
sobretodo las miradas que da a sus personajes.
Autorretrato
En 1889 se instaló en Madrid con su mujer Clotilde. Tuvieron tres hijos:
Joaquín, María Clotilde y Elena, a quienes pintó muy a menudo.
Le visitaban personas importantes para que les hiciera su retrato.
En 1911 recibió el encargo de decorar las paredes de la Spanish Society
de Nueva York con escenas de la gente y las costumbres españolas,
por lo que viajó por todos los rincones del país.
Saliendo del baño
Pero es en la costa de Valencia donde nos muestra el brillo de la luz.
Desde la azotea de su casa de la playa de la Malvarrosa pinta las escenas de baño.
La hora del baño
Hace cien años, en tiempos de las abuelas de las abuelas los trajes de baño
aún no se habían inventado.
Los niños se bañaban desnudos.
Niños en la playa
Las niñas debían cubrir su cuerpo con un vestido largo como un camisón.
Niñas entrando en el agua
Niñas entrando en el agua
La niña en la orilla
La bata rosa
Pegamos palillos sobre el cañizo que protegía a las mujeres, que salían del baño en el mar con la bata pegada al cuerpo, de las miradas de los curiosos.
Una ayuda a la otra a despojarse de la bata rosa y a vestirse con una enagua seca de color blanco.
Por el hueco de la puerta sopla la brisa y levanta el visillo de papel de seda.
Estaba mal visto que las mujeres tomáran el Sol. Tenían que taparse la cara con un pañuelo al cuello o atarse una pamela con un velo para que no se le volára con el viento. Sólo podían pasear por la arena o bañar a sus hijos en la orilla.
Paseo por la orilla del mar. Las dos Clotildes.
El balandrito
Nos gusta tanto usar los pinceles como bañarnos en la playa o en la piscina.
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