Eran los comienzos de los años 60, pues aún era la hija única y la primera sobrina.
Recuerdo que la empresa donde trabajaba mi padre repartía entradas del Circo Price para la mañana del día de Reyes. Allí presenciábamos las actuaciones de los artistas más variados. Algunos de los Números que vienen a mi memoria: los chimpancés preparándose para irse a dormir,
la jaula de los leones, Charlie Rivel el Payaso de los Mimos, Pinito del Oro la Reina del Trapecio, la música, el ambiente festivo, las emociones a flor de piel.
Al salir, mostrábamos una papeleta y me obsequiaban con un juguete: un tren mecánico. Funcionaba dándole cuerda a la locomotora, que daba vueltas y vueltas.
Lo más importante de ese día, para mí y creo que para mi familia, es que son los Cumpleaños de mi madre, con lo cual la fiesta continuaba en casa. Por la tarde llegaban mis tíos y mis tías a tomar café o chocolate con Roscón y se quedaban a merendar la deliciosa ensaladilla rusa de mi madre.
Mientras yo trasteaba con los juguetes que me habian dejado los Reyes, ellos escuchaban música de la radio y bailaban.
¡Cómo nos divertíamos!
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